Un día, por la mañana, el cartero le traía a Geronimo Stilton una carta roñosa, que olía a queso podrido de hace mil años y, lo que más le impactó a Geronimo Stilton, es que no tenía sello, y encima tuvo que pagar para leer esa asquerosa carta. Geronimo, cuando la abrió, descubrió que venía desde un castillo que se llamaba: el castillo de Roca Tacaña, y lo que ya le dejó pasmado es que lo escribía un señor llamado Milordo Zanzibar y que lo invitaba a la boda de Virgilo Zanzíbar y Cloaquita Pestoseta-Tufarada, y que llevara un regalo de más de mil euros.
De inmediato, Geronimo Stilton llamó a Tea para ver si le había llegado también la carta, y ella dijo que sí y Geronimo, un poco miedoso, le dijo a Tea que no fuera, porque él no conocía ninguno de su familia que viviese en un castillo y, sobre todo, con el nombre que tenía.
Tea, como siempre, le dijo que no tenía razón ya que la invitaban a una boda menos de una vez al año. Al segundo, mientras Geronimo se lo estaba pensando, su sobrinito más querido, Benjamín, le dijo que sí iba a ir y, como Geronimo Stilton nunca le dice que no, porque cree que le destruye las ideas, pues le dijo que sí iba ir, y resulta que a Trampita también lo habían invitado.
Benjamín, para tener un detalle con los novios, dibujó dos corazones diciéndoles que los quería mucho, porque él no tenía mil euros en su hucha. En una hora o así salieron de casa, en busca del castillo de Roca Tacaña. No sabían cuándo parar, ya que no lo encontraban. Después de casi un millón de kilómetros lo encontraron, y no sé por qué, Geronimo, gracias a Dios, no se mareó. Cuando entraron se llevaron la sorpresa de...
Si quieres sabes más, leer es lo que tienes que hacer.
Recomiendo este libro, ya que es muy gracioso y aventurero.
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