Mi verano comienza el día de recoger las notas. Por cierto, muy bien todas. Fue un día soleado, pero muy caluroso.
Ese día, mis padres me apuntaron a un campamento, porque quería vivir la experiencia de dormir al aire libre, ver las estrellas, escalar, dormir en tiendas de campaña...
Algunos días quedábamos con mis amigas, mi pandilla..., para vernos un poquito y divertirnos juntos. Aunque a veces nos enfademos, siempre encontramos la solución.
Pasando a otro tema, casi siempre, iba a la piscina municipal, donde casi siempre estaba Matilde, mi compañera de clase. Jugábamos y nos divertíamos.
Llega julio, precisamente el dieciséis, cuando me voy al campamento acompañada de Matilde. Fue una experiencia inolvidable, donde conocí amigos de todas las edades y sitios. No cambiaría eso por nadie y hoy en día somos una gran familia.
Pasando a agosto, me fui a Nerja, un lugar bonito. Lo que le caracteriza son sus cuevas. Son enormes y preciosas.
De una vez llegó septiembre y se acabó todo lo bueno. Volvemos otra vez a la rutina: acostarse
temprano, hacer deberes, exámenes...
¡es aburrido!
No sé por qué, pero este verano ha sido genial y sólo hay que esperar un poco para empezar otro veranito.
Aquí me despido, ¡adiós!

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