Pablo estaba cansado de que Roberto fuese siempre el niño ideal. Entonces ideó un plan. Antes de que su madre le lavase la cabeza con el exterminador, se acercó a Roberto para pegarle sus piojos. Más tarde, en clase, Pablo les pegó todos sus piojos a sus amigos, y él, al final, se quedó sin piojos. Gracias a eso se salvó de aquel champú que tan poco le gustaba. Y su madre le lanzó una sonrisa.
Al cabo del tiempo, agarró su hucha de esqueleto y le trató de desenroscar la tapa. Su madre se la iba a llevar al paraíso de los juguetes.
Por fin Pablo se iba a poder comprar el juguete de sus sueños, un aparato de hacer brebaje. Pablo llevaba ahorrando semanas. Solo había comprado unos pocos tebeos y algún caramelo. Roberto, silencioso, se asomó por detrás de la puerta.
Luego dijo:
- Tengo ahorrado seis euros con cincuenta céntimos, ¿y tú, Pablo?
- Tengo ahorrado seis euros con cincuenta céntimos, ¿y tú, Pablo?
Pablo dijo:
- Yo tengo cientos.
- Yo tengo cientos.
Roberto dijo:
- Eso es imposible. Si no suenan.
- Eso es imposible. Si no suenan.
Pablo dijo:
- Claro, porque son billetes. No suenan, so memo...
- Claro, porque son billetes. No suenan, so memo...
Luego dijo Pablo:
- ¿Dónde está mi dinero?
- ¿Dónde está mi dinero?
Y su madre dijo:
-.........
-.........
Y SI QUERÉIS SABER MÁS, A LEER!!!!!!!!!!
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