
De pronto se dio cuenta de que no quedaba gas.
-¡Madre mía! ¿Qué hago ahora?
-¡Espero que la vecina no se haya ido a cenar a fuera!
Corrió a la casa de al lado y suspiró aliviado al ver que estaba allí, y por suerte, tenía una de repuesto para dejarle.
Y así fue como José y su familia pudieron degustar su plato, que estaba delicioso, y no pararon de cantar villancicos y decir: "FELIZ NAVIDAD"
Y como dice Don Fermín, este cuento llegó a su fin.
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