lunes, 1 de febrero de 2016

La lengua del chapulín

      Cuentan que el chapulín se pasaba todo el día cantando.

      En cierta ocasión, como tenía hambre, visitó a la hormiga para pedirle un poco de maíz. Se acercaba la sequía y, ofendida, la hormiga le respondió:
      -Si tienes hambre es porque nunca sembraste. Si en vez de andar cantando hubieras trabajado, ahora tendrías qué comer.

      El chapulín  se alejó cabizbajo. Cada vez estaba más hambriento y no sabía qué hacer. Apenas le quedaban fuerzas y ya no podía  ni cantar. ¡Se sentía tan débil!

     Entonces se le ocurrió dirigirse al Creador de todos los animales.
           -Padre-le dijo-, tengo hambre y la hormiga no me quiere dar ni un poquito de maíz. Es verdad que me he pasado todo el año cantando, pero lo hacía  para alegrar a los demás.

    El Creador lo miró un momento y luego dijo:
           -No te preocupes, chapulín. Desde ahora, cantar será tu trabajo.

    Y al instante la lengua del chapulín comenzó a crecer y crecer hasta que se convirtió en un pico largo con el que, desde entonces, cuando hace una pausa y deja de cantar, puede sacar el jugo de los tallos tiernos para alimentarse.

    Por eso ahora, cuando la hormiga anda atareada por el monte, llevando a cuestas su carga de maíz, escucha el canto del chapulín y ella también se alegra.

  

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